Entre la alteridad y el crisol
La inmigración lituana en Argentina
DOI:
https://doi.org/10.48213/travessia.i56.208Abstract
Las relaciones entre migración y alteridad son complejas en el contexto argentino. Desde los millares de europeos llegados a principios del siglo XX hasta las constantes y mucho menos numerosas migraciones limítrofes, las formas de representar y definir al inmigrante como “otro” han sufrido cambios, transformaciones y aún son el eje de permanentes debates ideológicos y políticos. Lo cierto es que el inmigrante fue tradicionalmente encuadrado bajo el mito del “crisol de razas”, una representación colectiva impulsada por las elites intelectuales que formó parte del mismo proceso de construcción de la nación, y aún es reproducida desde diferentes sectores sociales, hegemônicos y subalternos, con mayor o menor poder de decisión. A pesar de su carácter integrador, entendido como fundición o absorción de las diferencias culturales, el crisol presenta restricciones. Algunos grupos de origen extranjero (además de los pueblos indígenas) son excluidos de este núcleo común que, según el mito, conforma la nación. Mientras otros colectivos (en su mayoría eslavos) que durante el proceso migratorio fueron relegados como “exóticos”, en la actualidad forman parte integrante de la utopía sobre la uniformidad cultural argentina. [...]